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Comisariado por Sofía Corrales Åkerman
Alzueta Gallery Madrid
15 febrero - 25 marzo, 2023
ÁLVARO FERREIRA
BLANCA GUERRER
VIOLETA MAYA
JAVIER MONTORO
MARU QUIÑONERO
MATEO REVILLO
MARIA YELLETISCH
“Si existe, en esta coyuntura, una renovada preocupación por la idea de medio, se debe al creciente interés por el hacer y la materialidad que, a su vez, se deriva del reconocimiento del registro material y técnico de la obra de arte como lugar en sí y no como mero soporte del significado”
- Graw, I., Painting beyond itself. The Medium in the Post-medium Condition, Sternberg Press, 2016.
A Site presenta la obra de siete artistas cuya producción parte de la disciplina pictórica, abre sus márgenes y reimagina su alcance. El título hace alusión a un ámbito geográfico en particular, la ciudad de Madrid, con la que todos los artistas están fuertemente vinculados. En paralelo, siguiendo la propuesta de la historiadora I. Graw, la exposición propone la idea del “site” (sitio) como una manera alternativa de pensar en la obra y su proceso; desvinculada en definitiva de una intención de significado y relevante por los procesos, dinámicas o espacios que puede albergar.
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Vivimos sumidos en una explosión diaria de imágenes e información; es posible que la pintura esté perdiendo fuerza simbólica. Sin embargo, ningún otro medio es capaz de fusionar tan directamente la visión y el tacto para dar forma a lo que sucede en una mente y un cuerpo concretos. Abandonando el debate sobre el fin de la pintura, el reto quizá se encuentre en pensar una aproximación diferente a su “especificidad”; sólo un acercamiento plural y complejo puede eludir los ataques reductivistas y canalizar su relevancia hoy.
Lejos de ofrecer una hipótesis última que trate de explicar la pintura actual, A site nace como una invitación a acercarnos a cada obra desde su acontecimiento intrínseco, prestando atención a aquello que sucede en la superficie- pero también en su soporte, en su despliegue espacial, en la mente que la proyecta, en el cuerpo que la crea y en el ojo que la recorre.
Las obras presentadas están todas producidas entre 2022 y 2023. Todos los artistas presentan una obra en formato bidimensional y otra más escultórica, instalativa, o que expande de alguna manera su trabajo o técnica habitual. A su través podemos asomarnos a una condición generacional y a ciertas problemáticas tan universales como propias de nuestro tiempo: la dislocación y reconciliación con la identidad, la compleja relación con la incertidumbre, la separación geográfica, el viaje, la nostalgia. A su vez, los artistas incluidos hablan del “material como dispositivo” o de “colaboraciones con el medio”; expresiones que dirigen la atención a una renovada agencia del gesto y del material.
Álvaro Ferreira (Madrid, 1990) presenta una serie de dos instalaciones site specific y piezas de pared en las que utiliza el azulejo como material. A nivel técnico, el trabajo de Ferreria parte de una formación en diseño. En los ultimos años ha desarrollado un estilo de línea reconocible; una línea fuerte, rápida, rota, con la que dibuja diferentes motivos y con la que, sobre todo, escribe. Su obra tiene un fuerte interés por el lenguaje, su saturación a través del medio digital y redes sociales, y la manera en que este ha ido transformandose en algo superfluo, carente de significado. Las letras de Ferreira están llenas de pequeños quiebros y además, como vemos en la serie “I will destroy your world” totalmente desordenadas. En esta serie el artista explora la relación que ha florecido con su hermano gemelo a lo largo de los años, subyacente a las complejidades de la formación de la propia identidad. Lo que parecen líneas abstractas son en realidad la deconstrucción física de frases escritas, aplicadas directamente sobre las baldosas.
Blanca Guerrero (Madrid, 1990) presenta tres pinturas recientes y una serie de fotografías. Su trabajo se mueve entre diferentes técnicas y parte siempre de una experiencia visual y sensorial, que la artista trata de recrear. A través de un ejercicio de recuerdo y recreación, Guerrero rescata la imagen de ciertos momentos de su vida, casi siempre en la naturaleza, instantes que han tenido un fuerte impacto sobre ella. Al volver a su estudio la artista trata de perpetuar el carácter sensorial de fenómenos fugaces como el deslumbramiento del sol, la oscuridad de la noche, los distintos tonos de la penumbra, las veladuras de la niebla, o la luz en la superficie del agua. Su aspiración es siempre dar dimensión física a una percepción; un esfuerzo por plasmar la experiencia efímera de observar.
Las pinturas, de tonos oscuros, tratan de recuperar la visión a estanques o lagos en la noche. Espacios imprecisos de produndidad enigmática; la ausencia de luz confunde figura y marco, así como la posición exterior o interior del que observa.
Violeta Maya (Madrid, 1993) presenta un lienzo y, por primera vez - expandiendo su trabajo hacia lo espacial y lo textil - una instalación de tinta sobre paños de seda. La pintura de Maya es un canal inmediato y directo con el que la artista da forma a su paisaje emocional del momento. Su proceso incorpora las cualidades materiales del pigmento, así como las del propio soporte. Maya expone estos elementos (el pigmento y el lienzo) ante factores no controlables como la humedad – al empapar los lienzos antes de pintar – y el tiempo, que marca el secado y el fin de cada obra. Así, su trabajo es un ejercicio consciente y doble donde se encuentran la proyección de una sensación y la contingencia que dictan otras fuerzas materiales e incontrolables, la intención de una imagen y su resultado impregnado de azar.
En la instalación Maya superpone ocho telas pintadas. En esta obra la artista expande su práctica hacia un formato que ensalza aspectos claves en su pintura; la aleatoriedad y el movimiento. La luz o la brisa son factores que condicionan y modifican constantemente su color y su forma, generando infinitas versiones de su resultado final.
Javier Montoro (Madrid, 1994) presenta en esta exposición una pintura y una escultura-mueble. Su trabajo toma frecuentemente formas, objetos y códigos ya existentes y pertenecientes al contexto urbano - como cintas de señalización o estampados geométricos tomados de asientos en transporte público - y los subvierte o cancela, proponiendo reglas visuales nuevas y mestizas. El resultado suele ser geométrico, lúdico, a veces seriado. “Retículas, bandas y fracciones de colores planos derivadas de patrones generados con computadora se intercalan con cintas adhesivas, impresiones digitales y dibujos, aunando el formalismo geométrico con el objeto encontrado en conjuntos crípticos y escénicos”
A partir de la escultura central presentada en esta exposición (D.C.7, 2022) podemos comprender muchos aspectos de su obra. Realizada con tablero laminado, MDF, madera de pino, tapicería de autobús serigrafiada, asa de plástico de autobús y herrajes, esta pieza muestra una forma de hacer y pensar que el artista ha desarrollado en los ultimos años, y que es transversal en su práctica, independientemente del formato o tamaño. Su trabajo es resultado de la combinación de ensamblajes de materiales industriales con intervenciones plásticas, incorpora y recicla de retales, descartes y objetos desechados. El artista solapa capas, distorsiona lenguajes geométricos ya establecidos, y, finalmente, crea nuevas piezas híbridas donde estos códigos y objetos colapsan y renacen.
Mateo Revillo (Madrid, 1993) expone una nueva pieza de pared grande y varias obras pequeñas de cera vertida sobre hormigón. Su trabajo recorre y colapsa una larga linea temporal; en sus obras se encuentran influencias del muralismo arcaico con gestos minimalistas y conceptuales. Revillo parte de una unidad geométrica inicial y la descompone en fragmentos, que se expanden y despliegan por la pared. Un ejercicio de matemática y desdoblamiento que genera nuevos espacios, y a la vez se abre como una grieta o escombro del pasado.
Cada placa de yeso, cuadrada o rectangular, es trabajada como si se tratase de un bajo relieve. Sobre ella, una capa de cemento; una segunda piel que luego es pintada en encáustica (cera de abeja fundida mezclada con pigmentos). Al final, esta primera pieza se quiebra y los diferentes bloques trepan y se expanden, adquiriendo la obra un formato abierto, una nueva forma orgánica. Con una superposición de técnicas y materiales completamente únicos, y desde un lugar más místico que intelectual, el trabajo de Revillo plantea una pintura que cuenta su propia historia y que crea su propio espacio.
Maru Quiñonero (Murcia, 1979. Vive y trabaja en Madrid) presenta tres obras de lápiz sobre papel. La obra de Quiñonero se acerca a la abstracción desde una perspectiva personal y emocional; la artista plantea este lenguaje como una forma íntima de trabajar la realidad, su realidad. Desvinculando el realismo de la figuración, Quiñonero defiende que el color y la forma pueden ser más fieles a una idea precisa que un lenguaje narrativo o explícito.
Sus dibujos a menudo plantean vibrantes encuentros entre bloques de color, entidades que se acercan y alejan con una inquietante velocidad interna. Como un momento de pausa en un baile, estas formas redondeadas quieren acercarse y existir juntas a la vez que afirman su unicidad con un cuidado trazo, con una repetición medida y una línea precisa. En formatos más grandes, como el presentado en la exposición, Quiñonero crea potentes formas individuales, formas en las que un gran tamaño y presencia conviven con un proceso sistemático, lento y delicado. Así, tras un primer encuentro con manchas firmes y perfiladas, el espectador es invitado a conocer el acontecimiento intrinseco de la obra, la propia historia de su configuración. A través de un recorrido lento podemos acceder al propio registro gestual -y temporal - de la mano de la artista.
María Yettelisch (Barcelona, 1987. Vive y trabaja en Madrid) muestra unas cerámicas nuevas y dos pinturas en óleo. La artista basa gran parte de su trabajo en practicar la repetición y entiende esta acción como un acto casi meditativo. Tras una inicial seleccion de colores, que toma de paisajes específicos y experiencias personales en la naturaleza, Yettelisch selecciona los colores y comienza un proceso de trance repetitivo donde los aplica del tirón, realizando la obra en una sola tanda, normalmente en el mismo día - en pinceladas cortas o trazos en bucle. Del extremo superior izquierdo a la esquina inferior derecha. Yettelisch habla de su proceso creativo como un lugar de contradicción productiva; un sitio donde quiere entrar y de donde quiere salir, vinculado estrechamente con su estado mental; espacios íntimos y abiertos donde el tiempo es repetición, la prisa se traduce en trazos rápidos y el ritmo marca el paisaje.